REBECCA HORN

Rebecca Horn es una artista alemana que nació en Michelstadt, Alemania, el 24 de marzo de 1944. Es una artista de instalaciones alemana famosa sobre todo por sus modificaciones del cuerpo. Realiza sobre todo performances e instalaciones, pero también escribe poesía. A veces su poesía está influida por su obra, y en muchas ocasiones su poesía ha inspirado su obra. Se obsesionó con el dibujo como forma de expresión porque no la limitaba tanto como el lenguaje oral. Pasó la mayor parte de su infancia en internados y a los diecinueve años de edad se rebeló y decidió estudiar en la Academia de Bellas Artes de Hamburgo, de donde tuvo que marcharse un año más tarde por un problema de envenenamiento pulmonar. En 1964, mientras vivía en Barcelona completamente aislada y débil por la enfermedad, solo trabajaba con materiales suaves y con pintura de madera que utilizaba para dibujar en la cama. Poco a poco empezó a salir de su aislamiento para crear esculturas y extrañas extensiones con madera de balsa y tela, comenzando así aproducir sus primeras esculturas corporales.

La obra de Rebecca Horn está inspirada en Franz Kafka y Jean Genet, así como en películas de Buñuel y Pier Paolo Pasolini. Es admiradora del constructor Buster Keaton, en quien se ha inspirado frecuentemente para conformar su personal concepción del movimiento o de los objetos en sus esculturas y sus proyectos cinematográficos. Ha centrado su obra artística en indagar el valor del cuerpo como objeto mecánico a través de: pintura, escultura, dibujo, performance, video, cine o instalación. Debido a su enfermedad pulmonar tenía que trabajar con materiales suaves y se dedicó en especial al dibujo, que fue relevante dentro de su proceso creativo. Sus obras empezaron a ser muy corporales ya que la ayudaban a mitigar la soledad, creando así obras para la protección y la cubierta del exterior. La obra de Rebecca Horn se centra principalmente en su obsesión con el cuerpo imperfecto y el equilibrio entre la figura y los objetos. Cabe destacar el proceso de depuración de la idea llevado a cabo, en concreto, a partir de esta experiencia personal que marcó su juventud y en cierta manera determinó toda su producción artística. Sus trabajos más recientes se identifican con instalaciones cinéticas que proponen interesantes juegos a través de reflejos producidos por espejos, lentes, luz, música y la interacción con el espectador. Explora diversas vías de expresión para las emociones, las fobias y la sensibilidad, una experimentación útil para potenciar las ideas a transmitir más allá del mero emplazamiento de la obra. Persigue explorar el mundo de la metáfora, del ensueño y la leyenda, haciendo del cuerpo un paisaje y su relación con la máquina, uno de los puntos clave de reflexión en su obra.






Arm Extensions (1968).

Una de sus primeras obras en la que comienza a experimentar con la prolongación de su cuerpo. Su idea era extender, ampliar o reducir el cuerpo mediante la aplicación de máscaras, accesorios y aplicaciones textiles para el cuerpo. En “Arm Extension" investigó la nueva experiencia del espacio, la retransmisión poética de los estados psicológicos y limitación física. El enfoque principal de Rebecca Horn es la interacción de objeto (o actor), visor y el medio ambiente. "No son solo los participantes." El espectador en su pasividad externa participa en el mismo grado que el actor o el objeto (y el motor) de la instalación.




  
Unicorn (1970).

Es una de las piezas de performance más conocidas de Rebecca Horn. Su tema es una mujer descrita por Horn como “muy burguesa” que tiene “veintiún años de edad y está preparada para casarse. Gasta su dinero en nuevo mobiliario para el dormitorio”. Ésta camina por un campo de trigo en una mañana de verano luciendo sólo un cuerno blanco que sobresalía directamente desde la parte frontal de la parte superior de su cabeza, sujetado por una serie de correas al cuerpo de la artista. Su apariencia similar a la de un unicornio, nos remite a la pureza, la castidad y la inocencia. Estas correas son casi idénticas a las lucidas en el cuadro “Columna rota” de Frida Kahlo. La imagen, con el trigo flotando alrededor de las caderas de la mujer, es simultáneamente mítica y moderna.





Overflowing Blood Machine, 1970
  
Se trata de una obra que evoca aparatos médicos, aunque su función no está totalmente clara. Horn dice de esta pieza que “el artista se ata en la parte superior de un recipiente de vidrio, con los tubos rodeando su cuerpo.La sangre es bombeada lentamente, circula desde el recipiente de vidrio a través de los tubos de plástico, adjuntándose estos a su cuerpo, como un vestido pulsante de venas, por lo que las fuerzas de la evolución de la persona inmóvil pasan a ser una extensión del propio mecanismo. Con esta obra, la artista consigue impregnar de movimiento a un objeto que previamente carecía de vida y que, en la acción, se eleva como parte fundamental del proceso vital del cuerpo que encierra.





Pencil Mask (1972)

Se trata de una pieza de extensión corporal, hecha de seis correas horizontales y tres correas verticales, en cada punto donde se entrecruzan se ha unido un lápiz. Cuando se mueve el rostro hacia delante y hacia atrás cerca de una pared, el lápiz hace marcas que se corresponden directamente con sus movimientos. Esta máscara transforma la cabeza del usuario en un instrumento de dibujo. Horn ha descrito que: "Todos los lápices están cerca de dos pulgadas de largo y producen el perfil de la cara en tres dimensiones... Muevo mi cuerpo rítmicamente de izquierda a derecha en frente de una pared blanca. Los lápices hacen marcas en la pared, la imagen de lo que corresponde al ritmo de mis movimientos." Los lápices de punta hacen de ésta una de las obras más peligrosas de Horn.




 

Finger Gloves (1972).

Es un performance, una muestra escénica estéticamente muy cuidada que intenta provocar y sorprender al público a veces a través de la improvisación. Se trata de unos guantes cuyos dedos se extienden con madera de balsa y tela negra. Pretendía crear una extensión de los dedos creando la ilusión de que sus dedos realmente tocaban todo lo que las extensiones alcanzaban.

Esta acción sirvió de inspiración para su serie de Ejercicios berlineses hecha en 1974 llamada «tocando las paredes con ambas manos al mismo tiempo». En esta pieza ella hizo más guantes con extensiones de dedos, pero esta vez con medidas específicas que encajan en el espacio seleccionado. Rebecca Horn se centra con ello en la transformación del cuerpo femenino y en la voluntad de abarcar el espacio en su totalidad. Las prótesis que comunican a la artista con el exterior, en concreto, con su entorno inmediato tras la época de aislamiento sufrida, dan vida a una acción que permite intensificar las sensaciones que llegan a la mano, experimentando la actividad manual como un nuevo modo de operar, de actuar, controlando siempre la distancia entre las personas y los objetos. De este modo, la artista juega con la percepción y el comportamiento del cuerpo en el espacio.





White Body Fan 1972

            Al igual que en las obras anteriores, Rebecca Horn consigue prolongar la extensión de su cuerpo al aplicar unas grandes alas semicirculares de color blanco, que le permiten aumentar el tamaño de su cuerpo y la posibilidad de tener una capacidad de alcance mayor. Al tiempo puede protegerse con ellas del exterior y sentir cómo todo su ser tiene más seguridad y confianza.





The Feathered Prison Fan, 1978

A raíz de la experiencia física de sus actuaciones con las extensiones corporales, máscaras y objetos de plumas de la década de 1970, llegaron las primeras esculturas cinéticas como “The Feathered Prison Fan” que aparecen en películas de la artista como “Der Eintänzer” (1978)). Ésta consiste en una escultura cinética que permite la liberación de su materialidad definida. El movimiento desempeña un papel relevante en la obra, mostrando un ritmo visual lento y suave al abrirse, y brusco y agresivo al cerrar las plumas, rompiendo de este modo la armonía previamente conseguida. Una vez más, con esa obsesión por la curación y protección, Horn muestra esta visión más oculta del cuerpo, aunque lo pone en relación, tal y como indica su título, con la cárcel, con la cárcel que para ella fue el estar hospitalizada. Siguiendo en ciertos aspectos con su trabajo anterior, muestra el cuerpo desnudo de la mujer protegido por un “capullo” de plumas, que le proporcionan la suavidad que en su momento le proporcionaron las sábanas de la cama en la que permaneció por sus problemas de salud. Unas plumas que cubren completamente su cuerpo y lo aísla de cuanto acontece a su alrededor, salvo cuando pliega las plumas y ve a los demás por momentos, como cuando recibía visitas durante su enfermedad. El cuerpo humano es suave y tierno, por lo que puede ser herido con facilidad, y si esto es herido, nuestro interior (corazón, alma, mente) sufre junto a él. Con esta obra, Rebecca materializa la necesidad de protección que nuestra corporeidad nos transmite a gritos.


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